martes, 17 de abril de 2012

entrevista en ALDEA CULTURA por Sergio Marcio

Marcos Loayza: “La urgencia no nos permite ver lo importante”

 

http://www.aldeacultural.com/blog/2012/04/16/marcosloayza/

El realizador boliviano debe presentar su más nueva película este año l Foto: Los Tiempos
Marcos Loayza
En su nueva película, Las Bellas Durmientes, el director boliviano Marcos Loayza incursiona en el cine de género, en un desafío que él mismo considera arriesgado pero del cual seguramente saldrá bien librado, ya que tiene acostumbrado al público con grandes historias, como ha ocurrido en su multigalardonado debut (Cuestión de Fe) o, posteriormente, en El Corazón de Jesús.
Además de su labor como realizador, Loayza fue director de la Cinemateca Boliviana, institución encargada de la conservación y difusión de la cinematografía nacional. Detrás de cámaras, su talento fue reconocido con invitaciones para dirigir en Argentina (Escrito en el Agua) y llevar a cabo el documental El Estado de las Cosas, en el cual retrató el ambiente de esperanza que se vivía en el país, luego de la elección de Evo Morales como presidente.
La más reciente producción del cineasta paceño fue filmada el año pasado en Santa Cruz de la Sierra, y deberá estrenarse en los próximos meses. Clasificado como un thriller, el largometraje cuenta con actuaciones de Luigi Antezana, Elías Serrano, Andrea Aliaga, Fred Núñez, Paola Salinas, Carlos Rocabado, Daniel Larrazábal y Patricia García, presentando un mundo sin ley, en el cual un humilde cabo procura descubrir la verdad sobre los asesinatos de lindas modelos, involucrándose en una intrincada y peligrosa trama.
Con un tratamiento de comedia realista y jugando con varios clichés cinematográficos, Las Bellas Durmientes es un paso más en la carrera de un director que ha cosechado premios en La Habana, Cartagena y Biarritz, entre otros festivales. En esta entrevista concedida con exclusividad para ALDEA CULTURAL, el realizador da detalles sobre su nueva cinta y habla de temas como la dificultad a la hora de exhibir un trabajo o de hacer gestión y de la calidad del cine actual en Bolivia.
Más sobre la película: Sitio web oficial l Blog l Facebook
Entrevista
Marcos Loayza l Cineasta boliviano
Yo no hago casting porque es bastante duro, entonces trabajo con la gente que me cae bien.
Si acaso uno estuviera haciendo su propia película, no tendríamos tiempo de pelearnos entre nosotros.
Ahora hay una sensación de desencanto general, creo que han caído muchas máscaras.
La única posibilidad de entrar al mercado es la calidad.
ALDEA CULTURAL (AC). Coméntanos un poco acerca de tu nueva película, Las Bellas Durmientes.
MARCOS LOAYZA (ML). Las Bellas Durmientes es una película filmada toda en Santa Cruz y la idea partió de realizar un thriller, no de hacer una película norteamericana, sino más bien de dialogar con el género. De alguna manera la propuesta era expresar cómo son los bolivianos y de construir un thriller.
AC. ¿Por qué elegiste Santa Cruz para ambientar la historia?
ML. Por varias razones. Una de las razones es que Santa Cruz es ahora el punto donde se discute más sobre lo que es lo boliviano, lo que es lo norteamericano, lo que es el progreso. Y la otra razón es que la historia misma lo pide; se muestra a modelos, cómo corre la plata. Santa Cruz permite mucho más aquello, es donde está presente el glamour, la riqueza.
AC. En el caso específico de esta película, ¿de dónde surgió la idea original y cómo fue el proceso desde esa idea hasta plasmarla en un guión?
ML. Lo que pasa es que es un trabajo muy lento, entonces no me acuerdo exactamente el origen, pero me imagino que había toda una clase de situaciones en mi cabeza, ciertos personajes que aparecen y se van dibujando. Creo que se debe tener una buena situación, personajes sólidos, que valgan la pena ser vistos, además que no sean desagradables, pese a que la película tiene narcotraficantes, asesinos, políticos corruptos, pedófilos…
AC. En el elenco podemos ver actores con los que normalmente trabajas, como ocurre con Elías Serrano, también actores que vienen de las tablas, como Daniel Larrazábal y Paola Salinas, y otros que están haciendo su debut, especialmente en el caso de las actrices. ¿Cómo fue la elección del reparto?
ML. Yo no hago casting porque es bastante duro, entonces yo trabajo con la gente que me cae bien, gente que trabaja conmigo desde hace mucho tiempo. Es importante que sea una buena persona, que sea agradable y que haya confianza mutua, que sea una persona que valore mi trabajo y tenga confianza en lo que estoy haciendo. Trabajo con los amigos y me dejo llevar mucho por la intuición, hay algo que tiene el personaje y hay algo que tiene el actor, el aspirante al papel. Pero si me preguntas por qué elijo a un actor, muchas veces no lo sé, después viendo la filmación y la película entiendo por dónde iba la intuición. También uso mucho el Facebook, el Twitter, el Skype. Veo películas, teatro, trato de ver el trabajo del actor. Pero no frente a un casting, sino más bien husmeando.
AC. Saliendo del tema de Las Bellas Durmientes, hace unos años filmaste El Estado de las Cosas, en un periodo de la historia de Bolivia en que había una atmosfera de esperanza, de cambio. Si tuvieras que filmarla nuevamente hoy, ¿crees que habría esa misma atmosfera o que la sensación sería diferente?
ML. Yo creo que ahora hay una sensación de desencanto general, creo que han caído muchas máscaras, hay discursos que quedaron en discursos nada más. Hay cosas que no acabamos de resolver como país, como la falta de institucionalidad, que se tenga que refundar nuevamente todo. Creo que el país no está haciendo más de lo que hacía antes y no por eso hay que cambiar de bandera, hay una necesidad de entrar en la modernidad y eso supone dejar de vivir en un mundo en blanco y negro, de izquierda-derecha, ciudad-campo, indígena-blanco, sino más bien entender que es un país lleno de matices y es en eso que tenemos que trabajar. Si tú ves el documental, la mitad de la gente del gobierno que es entrevistada ya no está más. Es gente que tenía un discurso y ahora está alejada totalmente de eso. Yo creo que el ejercicio del poder es complicado, es difícil, y no siempre se encuentra gente que esté a la altura.
AC. El Corazón de Jesús es una película que tuvo coproducción con otros países, como Alemania, pero igual enfrentó mucha dificultad para exhibirse en el exterior. ¿Cuál puede ser la fórmula para que las películas bolivianas se vean afuera y qué hacer con el tema del mercado interno, que es muy reducido y no permite al cineasta recuperar su inversión en taquilla?
ML. Falta una política audiovisual nacional, una sola política que no cambie por más que cambie el gobierno. Aquí no hay eso, no hay una política; si bien hay una ley, esta nunca se ha cumplido a cabalidad. Nunca ha tenido los mecanismos reales, nunca se la ha actualizado y modernizado. En Argentina, por ejemplo, yo calculo que se tiene mínimamente unos 70 millones de presupuesto para su política audiovisual, en Colombia un poco menos pero con mucha eficacia; Brasil tiene una situación más complicada, pero tiene mucho más dinero también, es un país más grande. Casi todos los países tienen una política audiovisual, buena o mala, aquí hay una ley que no se cumple, las autoridades y la sociedad en general no ven como parte de la cultura el derecho a tener una película. Los únicos países que no tienen una política de fomento y de subvención al cine son los Estados Unidos y la India. Pero si bien no subsidian su cine, lo protegen, tienen una política proteccionista muy grande. Otra cosa es que debemos ser realistas y ver el tamaño del mercado mundial. Estados Unidos produce más o menos entre el 25 y el 30% de la producción mundial, sin embargo distribuye entre el 65 y el 70%. Los 30% que quedan tenemos que repartir entre cinematografías más o menos grandes, como la alemana, española, francesa, argentina, hindú, egipcia, iraní. Y después las filmografías medianas, como Uruguay, Chile, Colombia, Indonesia, Corea del Sur, Japón, China. Y de ahí queda prácticamente nada para los más pequeños. Es muy difícil competir así. Cuando una película latinoamericana va a un festival, detrás de esa película está todo el aparato del Estado para apoyarla. El embajador considera que si una película nacional gana el premio, es algo que beneficiará todo el país. Pero además el instituto de cine de ese país le da los medios para que pueda mover esa película. Aquí es al revés. Las embajadas quieren que el beneficio sea para ellas, quieren que les des entradas para su gente. Realmente es muy difícil. Yo creo que la única posibilidad de entrar al mercado es la calidad, con buenas películas. Pero la calidad supone también un sostenimiento. Si se hicieran en Bolivia 30 largometrajes estándar al año, seguramente aparecerían buenas películas y directores.
AC. Hablas de un estándar, refiriéndote a la calidad. Actualmente, sí se producen muchas películas en Bolivia, por la llegada del formato digital, aunque paradójicamente el público les está dando la espalda, tal vez por el exceso de oferta, no siempre muy buena. ¿Crees que el formato digital le ha hecho más bien o más daño al cine boliviano?
ML. Lo que pasa es que estamos en una etapa intermedia. Hay que decir las cosas claramente. No es que se hacen películas no muy buenas, sino que se hacen películas muy malas, pésimas, hay que decirlo. Y eso ahuyenta al público. La gente que ve una película muy mala, espantosa, no quiere ver más cine boliviano. Y otra cosa es que hay una tradición. Como en todas las artes, hay una acumulación social del conocimiento. Las mejores escuelas de fotografía del mundo estaban en Italia, en (la antigua) Checoslovaquia. Hay una tradición narrativa, dramatúrgica, de guiones. Aquí no hay, cada uno empieza a inventarse su propio discurso. Más allá del presupuesto, es muy fácil filmar ahora, yo siento que muchas veces filman guiones que ni siquiera se han terminado de escribir. Hay una inmediatez muy grande. También creo que antes se hacían películas para que duraran 50 años, y ahora se las hace sabiendo que van a durar lo que dure su estreno. Además, está el rigor del oficio. Un director de fotografía que hace varias películas al año tendrá más herramientas que el que acaba de egresar de la universidad. Todo eso suma para que haya esa situación. Ahorita la película boliviana está destinada prácticamente al olvido. En todas partes del mundo, tú compras el periódico el lunes o el jueves, dependiendo del país, y aparecen las críticas de los estrenos. Aquí no hay, no sabes qué se estrena, cuándo se estrena, no existe crítica cinematográfica. Y lo único que el director escucha son los amigos, admiradores, tíos y primos que dicen “Qué buen esfuerzo”. Y si el periódico habla mal, el director se enoja, de paso. También existe la soberbia de muchos cineastas y actores, para los cuales lo único que sirve es su trabajo, y que son incapaces de ser autocríticos, algo importante en todo artista.
AC. Bolivia tiene un medio cinematográfico bastante reducido, en el cual prácticamente todos se conocen. Es un medio en que existen, sin embargo, muchas rencillas y rencores, y en que la gestión es complicada, ya sea en el Conacine o en la Cinemateca (de la cual fuiste director). Hace años que no se puede acordar una nueva Ley del Cine. Ante todo esto, ¿es posible hacer gestión en el cine boliviano, por qué es una tarea tan complicada?
ML. Hay varias cosas. Una que es una torta muy pequeña, y en vez de juntarnos todos y trabajar para agrandar la torta, peleamos por la tajada más grande. Segundo, que es un país pobre, entonces tú le planteas al ministro de Educación que quieres hacer una película y te responde: “Tengo que pagar a los maestros”. Es más importante dar de comer a los niños o hacer una carretera que hacer una película. Tú ves la Asamblea Nacional, las leyes que sacan son con mucha presión social o del Ejecutivo. No es una entidad que funcione normalmente, que pueda sacar una ley sobre el cine, sobre la ecología, sino que tiene que sacar una ley para que no caiga el gobierno, para aplacar la marcha o tranquilizar un departamento al pie del levantamiento. La urgencia no nos permite ver lo importante. Y otra cosa es que somos desempleados, de alguna manera; el tiempo en que no estás trabajando en tu arte, estás mirando al que trabaja. Si acaso uno estuviera haciendo su propia película, no tendríamos tiempo de pelearnos entre nosotros.
AC. Volviendo a Las Bellas Durmientes, ¿en qué crees que se diferencia de tus anteriores trabajos?
ML. Es una película en que por primera vez manejo deliberadamante códigos de un género. Parto de un género específico y empiezo a conversar con ese género, a hacerme un poco la burla y aplicarlo a Bolivia, pero no para realizar un thriller a la boliviana, sino más bien para dialogar. Eso es riesgoso y no sé cómo saldré de ese desafío, pero pienso que Las Bellas Durmientes es más graciosa que El Corazón de Jesús, por ejemplo. Esta era una película muy triste, en que, si bien la gente se reía, al final salía con un mal sabor en la garganta, en el corazón, básicamente porque se le obligaba a estar de lado del pícaro. Cuestión de Fe era una película más esperanzada, más alegre. Yo creo que Las Bellas Durmientes tiene lo negro de El Corazón de Jesús, pero tiene también la alegría de Cuestión de Fe. Creo que en general nosotros tenemos una tradición del plano secuencia, de repente el punto de inflexión lo consigue Zona Sur (de Juan Carlos Valdivia, 2009). Entonces esta película, si bien tiene planos secuencia, tiene un sentido más narrativo que pirotécnico de la puesta en escena. El Corazón de Jesús tenía una puesta muy austera, esta no es tan austera, tiene más elementos, hay más cortes, es una película que tiene más conciencia del diálogo. Tiene varias secuencias en que la construcción de la escena requiere buenos diálogos. En general, en Cuestión de Fe había más realismo; en Escrito en el Agua, eran demasiados buenos diálogos, ya estaban como listos. Ahora hay un cierto equilibrio. Además, espero que se vea un manejo de más experiencia.
Fotos: imágenes de la película Las Bellas Durmientes.