“Para mí hay dos Sáenz, uno el de la
noche y el otro el del día. Y me gusta más el del día, el de Los
Cuartos, el de los personajes de La Paz” dice Marcos Loayza
cuando se le pregunta por Jaime Saénz, quien murió hace 25 años. Esto
nos permite retornar a un punto de quiebre en la carrera de Loayza que
está a punto de estrenar “Las bellas durmientes” su nuevo film. Estamos
hablando del cortometraje “El olor de la vejez”, ganador en 1988 del II
Concurso Ciudad de La Paz, que posteriormente se llamaría Concurso
Amalia de Gallardo.
“El olor de la vejez” marca un
hito referencial en la obra de Loayza en tanto que desde aquí el
cineasta sugiere muchos de los elementos que reaparecerán a lo largo de
su obra. Loayza sostiene “A Saénz lo he leído siempre, lo he conocido”.
El cortometraje se realiza luego de la muerte de Saénz y es también
parte del horizonte que se abre en la cultura paceña donde el referente
es sin duda alguna la figura del poeta, no su obra.
Hay en el cortometraje de Loayza un detalle que resulta importante, se trata de una canción, un poema de Saénz musicalizado por Óscar García.
Tal vez algo de la inmortalidad de Saénz se lo debamos a la música. Es
conocido su gusto por Ánton Bruckner (gran compositor discípulo de
Wagner, quién a su vez era un admirado de Nietzsche, y este era admirado
por Saénz. Casualidad o no, Saénz admiraba al discípulo quizás porque
él mismo se sentía uno de ellos, entonces se reconocía par, buscaba en
el espejo el reflejo). Las Ninfas más conocida como No le digas es la
cueca musicalizada por Willy Claure que lleva la letra del poeta, y es
esta pieza un himno de la bolivianidad. En cambio la canción de García
se queda ahí, en el lugar que le merece ser parte de la reinterpretación
de la propia obra de Saénz, curioso y a la vez conmovedor, no es algo
que adorna sino algo que se integra sin buscar motivos, está porque
está, y si buscamos en la lógica aymara esto resulta más complejo “a
veces está, a veces no está también”.
“El olor de la vejez” es
imprescindible a la hora de hablar sobre la obra de Loayza, y es también
necesaria al momento de pensar el cine y audiovisual boliviano, en
cuáles han sido los caminos de la reinterpretación de la literatura en
las pantallas.
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